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Asociación Acuarelistas de Teruel . Contacta con nosotros: acuarelistasdeteruel@gmail.com

viernes, 30 de septiembre de 2016

II Encuentro Nacional de Acuarelistas de Rubielos de Mora. Domingo.

El domingo, expusimos el resultado de nuestro trabajo del fin de semana y como colofón , Pascual Berniz nos deleitó nuevamente con una demostración en directo de su buen hacer.




II Encuentro Nacional de Acuarelistas de Rubielos de Mora - Sábado

El sábado afortunadamente amaneció soleado y caluroso. Después de reunirnos en la puerta del ayuntamiento y recoger el picnic proporcionado por la organización nos repartimos en grupos por Rubielos y alrededores para seguir disfrutando de la acuarela.
Varios grupos, entre los que estábamos los representantes de Teruel, nos desplazamos por la mañana al Puente de la Fonseca.





Una vez disfrutado el picnic y reposado unos momentos algunos proseguimos la tarde pintando desdel Mirador de la Cruz.

Para después de la cena, para aquél que tuviera fuerzas y atrevimiento, sesión de pintura nocturna por el casco antiguo. Para ayudar a levantar el ánimo, mistela y pastas.


 Compañeros en pleno frenesí pictórico... :-)

II Encuentro Nacional de Acuarelistas de Rubielos de Mora - Viernes

El viernes comenzó con la recepción por parte de las autoridades de Rubielos en el Salón de Plenos del Ayuntamiento y la entrega de acreditaciones a los participantes.
En la foto, el secretario del ayuntamiento, el Presidente de La Asociación de Acuarelistas de Teruel, Pascual Berniz y el de la Agrupación de Acuarelistas de Aragón, Manuel Macías.
Acto seguido se realizó una visita guiada por el casco antiguo de la localidad.
En la foto, participantes y acompañantes reunidos antes de partir a la visita guiada.

Después de la comida, nos repartimos por la localidad para empezar a pintar. Desgraciadamente el tiempo no acompañó y la lluvia nos obligó a refugiarnos cada uno donde buenamente pudimos, lo que no impidió que pusiéramos a trabajar a nuestros pinceles y acuarelas.

Unos compañeros y yo mismo nos refugiamos en la Ermita de Santa Anta, mientras el cielo, a ratos, amenazaba con desplomarse sobre nuestras cabezas.